jueves

ESTO SOMOS, ¡VEN Y CONÓCENOS!

JUNIO, MES DE LOS «DOS CORAZONES»

Los Corazones Traspasados de Jesús y María
Madre Adela Galindo, Fundadora SCTJM
(Artículo escrito para la edición del Domingo de Ramos del periódico de la Arquidiócesis de Miami, "La Voz Católica")

El Corazón traspasado de Jesús
En el Evangelio de San Juan capítulo 13,1, leemos: “(Jesús) habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el extremo”. Este amar hasta el extremo significa que su Corazón no ha escatimado en nada para manifestar su amor a los hombres. Jesús nos amó hasta el extremo de entregar su Cuerpo, su Sangre y su Corazón en la Cruz. “He aquí el Corazón que tanto ha amado a los hombres y que no ha escatimado en nada por salvarles y demostrarles mi amor”, dijo Jesús a Santa Margarita María de Alacoque mientras le mostraba físicamente Su Corazón. ¡Cuánto desea Jesús que comprendamos la anchura y la longitud, la altura y la profundidad (Ef 3,17) del amor de su Corazón! ¡Cuánto desea que nos dispongamos a contemplar, como San Juan, los misterios de amor de su Corazón traspasado!

En la narración de la crucifixión, San Juan nos dice: “Al llegar a Jesús, como lo vieron muerto... uno de los soldados le traspasó el costado con una lanza y al instante salió sangre y agua”. (S. Jn 19,37) Qué momento para San Juan, quien recostó su cabeza en el pecho de Cristo en la última cena y escuchó sus latidos de amor oblativo por la humanidad. Al contemplar el Corazón traspasado se adentraba en los grandes misterios del amor de Jesús. Esta es la razón porque el evangelista exclamaría en su primera carta: “Dios es Amor”. ¿Cómo no exclamar esta verdad, cuando ante sus ojos se manifestó el amor que no escatimó en nada por abrir las puertas del Reino a la humanidad y que dejó la llaga de su costado como el eterno acceso del hombre al Corazón de Dios.

Contemplar la llaga de su Corazón traspasado es adentrarnos en la escuela del amor. Esa llaga, que es causada por la lanza del rechazo de los hombres, es la que Jesús convierte en el acceso directo a su Corazón y al reino de los Cielos. ¿No es conmovedor Su amor? ¿No es esta llaga el signo más claro de la oblación generosa de su Corazón? ¿No es acaso el sello de su amor y de su sacrificio? ¿No es su Corazón traspasado el triunfo del amor? Porque el amor triunfa cuando vence al mal, cuando da vida después de la muerte; cuando responde a la dureza del corazón humano ofreciendo su vida, su Corazón. Esta es la gran victoria del Corazón traspasado, que el Amor no siendo amado, como nos dice S. Francisco de Asís, responde amando hasta el extremo.

El amor del Corazón de Cristo convierte la llaga causada por el desprecio de los hombres en la fuente de vida, de donde manan gracias de salvación: “El Sagrado Corazón de Jesús fue traspasado por la lanza en la cruz para que fluyesen de él tesoros de gracia para todos los hombres. Es como una fuente perenne de vida que da esperanza a cada hombre. Del Corazón de Cristo crucificado nace la nueva humanidad, redimida del pecado”. (SS. Juan Pablo II, 1997). De su Corazón traspasado nace la Iglesia. El dolor abrazado por amor tiene la capacidad de redimir, de salvar y de dar vida. San Maximiliano Kolbe repetía constantemente a sus frailes: “El amor es fecundo, solo el amor crea y da vida”. Cristo da vida a la Iglesia después de muerto. Cuando su Corazón es golpeado por la lanza, se abre una llaga. De esta fuente abierta, nacen la Iglesia y los Sacramentos. ¡Qué poder fluye del Corazón traspasado! ¡Qué triunfo del amor sobre la muerte!... “El amor es más fuerte que la muerte” (Ct 8,6). El amor es más fuerte que la muerte porque la vence, y la vence porque no deja de dar vida aun después de la muerte.

El Corazón traspasado de María
A esta poderosa fecundidad del Corazón traspasado de Jesús, está plenamente unido el Corazón de María, traspasado místicamente junto al Corazón de su Hijo. En Lucas 2,35, se nos narra como Simeón profetiza el destino doloroso de Jesús, del cual participaría su Madre. “Éste está puesto para caída y elevación de muchos y para ser señal de contradicción- y a ti misma una espada te traspasará el corazón”. Estas palabras le indican la concreta dimensión histórica en la cual el Hijo llevaría a cabo su misión mesiánica, es decir, en la incomprensión, rechazo y dolor. A este camino doloroso, pero fecundo, estaría unida de manera única y singular la Madre. El Corazón de María, unido indisolublemente al de su Hijo, recorrería el mismo destino. “Al pie de la Cruz, una espada traspasa el Corazón de María, cumpliendo así las palabras de Simeón... unido totalmente al sacrificio redentor de su Hijo, está el sacrificio maternal de su Corazón”. (JPII, 1988) .

El Santo Padre habla de esta participación singular de la Virgen en el sufrimiento redentor, como una “crucifixión espiritual”, como “un traspaso espiritual”, cuyo propósito es dar vida a través de la apertura del corazón. La maternidad espiritual de María sobre los hombres alcanza su plena realización en el Calvario cuando de manera explícita Jesús dice desde la cruz: “Mujer he aquí a tu hijo; hijo he aquí a tu Madre”. (Jn 19).

Juan Pablo II, en su visita al Santuario de Fátima en 1982, nos explicó que estas palabras de Jesús abrieron el Corazón de María para su maternidad espiritual sobre la Iglesia: “Cuando Jesús dijo: Mujer he aquí a tu hijo, abrió de una manera nueva el Corazón de la Madre. Un poco más tarde el soldado traspasa el Corazón de Jesús. Con estas palabras, el Corazón de María es abierto para recibir a los que el Corazón traspasado de Jesús iba a alcanzar con su poder redentor”. Igual que el Corazón de Jesús en el momento del traspaso dio a luz a la Iglesia y quedó eternamente abierto para derramar gracias de salvación sobre la humanidad, el Corazón de María unido espiritualmente al traspaso de su Hijo, quedó abierto para siempre para acoger con amor materno a los que aceptan la redención de su Hijo y para ejercer su mediación materna sobre todos los hombres y en todo momento histórico.

Solo el amor triunfa
¡Contemplen al que traspasaron! (Jn 19,37). Cuán necesaria es esta contemplación para adentrarnos en la escuela del amor. El amor del Corazón de Jesús fue capaz de transformar la muerte en vida; el dolor en redención; la llaga de su costado en puerta abierta y fuente de salvación. El amor del Corazón de María fue capaz por su comunión perfecta e incondicional a la obra redentora, de recorrer el mismo destino de su Hijo, hasta llegar al pie de la Cruz. Del Corazón traspasado de Cristo hemos recibido salvación, liberación, redención. ¡Cuántas gracias fluyen a través de la llaga de su Corazón! Del Corazón traspasado de María nace su maternidad espiritual, que la ejerce siempre con generosa solicitud, con su poderosa intercesión y con su mediación materna sobre la Iglesia y el mundo.

Que nuestra contemplación del amor de los Corazones traspasados de Jesús y María mueva profundamente nuestros corazones, para que nos convirtamos en testigos vivientes del amor que contemplamos. “El hombre del Tercer Milenio necesita el Corazón de Cristo para conocer a Dios y para conocerse a sí mismo; lo necesita para construir la civilización del amor”. (Juan Pablo II, 1999).

lunes

Mayo y Junio, Meses de Bendición


«POR SUS LLAGAS FUIMOS SANADOS» Neil Vélez en Barranquilla

El 1 de junio pasado, varios miembros de la Comunidad de Oración Ciudad de Dios y la Asociación Católica Civitas Dei, asistieron al concierto que Neil Vélez y los Misioneros de Jesús, ofrecieron en el estadio metropolitano de Barranquilla. La experiencia no podría definirse de otra manera sino como una efusión del Espíritu. La Eucaristía, la predicación, la música… todo se unió para ofrecer a los más de 12 mil participantes, una sólida y eclesial experiencia de Dios.

Pero, ¿quién es Neil Vélez? Dejemos que sea él mismo quien nos responda esta pregunta. A continuación ofrecemos algunos fragmentos de una entrevista que Neil concedió hace algún tiempo a la revista “Hablemos” de El Salvador.

“A los 17 años, la enfermedad se me había complicado. Las válvulas de mi corazón seguían sin cerrarse de forma correcta; padecía meningitis, tumores en la cabeza y una complicación de todos mis males me había dejado ciego por completo.Una noche se debatía entre la vida y la muerte en la cama de un hospital de Nueva York, Estados Unidos. Mi mente repasaba un texto que meses antes había leído en la Biblia (1ª Pedro 2, 24b): ‘Por sus llagas fuiste sanado’. Esa frase se me había adherido a la mente.

Esas palabras también me ponían al
borde de la desesperación, pues no entendía por qué no podían aplicarse en mi vida. ‘Dos cosas están ocurriendo aquí: o todo es mentira o yo en realidad no te he conocido’, le grité esa noche a Jesús. Una voz tan clara irrumpió mis lamentos. ‘Hijo mío, tú no me conoces’, me dijo al oído. Cómo es posible, pensé, si ni siquiera mi juventud he gozado por andar en tus caminos, Señor. Pero la voz volvió a interrumpirlo.
Allí descubrí algo. Hay personas que no han faltado a una misa en toda su vida, que oran todos los días sin cesar; sin embargo, no saben quién es Dios; y yo era una de esas. Como pude me bajé de la cama, me postré de rodillas y derramé en llanto. Tanto gritaba que los doctores entraron para tratar de calmarme.

Cuando dejé de llorar y abrí los ojos pude ver el rostro de los médicos: ¡había recobrado mi vista! Ellos se asombraron tanto que decidieron someterme a unos exámenes. Detectaron que la meningitis y los tumores habían desaparecido, más no mi debilidad en el corazón. Ese padecimiento seguía allí, llevándome a la muerte.

Un especialista de Texas y otro de California llegaron a decirme que me quedaban tres meses de vida, pues aunque no tenían explicaciones para lo que había sucedido, sólo lo atribuían a un caso de mejoría momentánea. Ellos no sabían que esa noche había nacido un nuevo Neil. Yo les repetía que ‘por sus llagas Él me había sanado’. Esa noche pedí mi alta, y antes de salir del hospital los médicos me hicieron firmar un documento en el que me responsabilizaban de cualquier complicación. Al llegar a la casa, mi familia había hecho los arreglos fúnebres para que mi muerte no los tomara por sorpresa. Todos; sacerdotes, predicadores y amigos me decían que si en la tierra había sufrido, en el cielo ya nada sería igual, mas yo les repetía que estaba sano.

Es triste cuando el cuerpo hace parecer que todo es mentira. Algunos síntomas se seguían presentando. Me sucedía que cuando predicaba, chorros de sangre bajaban de mi nariz y caían sobre la Biblia; a veces se repetían las crisis y terminaba en el hospital, pero yo seguía pregonando mi sanación. Yo seguía transmitiendo que la fe mueve montañas y cada uno de nosotros podemos alcanzar grandes milagros. Como Misioneros de Jesús llevábamos el canto y la predicación a diferentes zonas de Estados Unidos y más tarde a otros países.

Pasaron aquellos tres meses, luego cinco, ahora ya voy para dieciocho y aún no estoy seis pies bajo tierra. Es increíble lo que ha pasado conmigo; los mismos médicos no alcanzan a comprenderlo. Es como si Jesús me hubiese hecho un trasplante de corazón. Pero Dios sigue probando a sus hijos como el oro fino. Hace dos años, a media producción del disco ‘Dame más de tu amor’, me detectaron tres tumores en las cuerdas bucales. Eso me afectó mucho porque tiene que ver con lo que hago, con mi ser. Pasé por episodios de depresión y mis familiares me decían que me aplicara lo que yo predicaba. De nuevo tuve que volver atrás y recordarme de aquella frase que había leído en la cama de un hospital: ‘Por sus llagas fuiste sanado’. Jesucristo volvió a obrar en mi vida. Pude terminar el disco y al compararlo con los nueve anteriores se descubre una voz más fuerte”.

Y lo especial llegó... La Comunidad Ciudad de Dios celebró la Solemnidad de la Visitación de Nuestra Señora


Con la participación de Edwin Ramírez, miembro de la Comunidad de los Misioneros del Inmaculado Corazón de María, se realizó el pasado 31 de mayo, en nuestra comunidad, una especial Asamblea de oración en el marco de la clausura del mes de mayo, y la celebración de la Solemnidad de la Visitación de la Virgen María.

Esperanza entre los pobres… acogida en la sencillez.

«Villa María Silene, es un barrio del sur-occidente de Barranquilla. Es un sector en el que la pobreza y la alegría parecen caminar de la mano. Si, aunque resulte ilógico».

Hasta este sitio llegaron hace más de 5 años, unas cuantas hermanas de la comunidad de las “Pequeñas Almas Misioneras del Amor Misericordioso de Jesús”. Su labor en este sitio tan necesitado, consiste -en esencia- en ser signos de esperanza a través del compartir desprendido y su sonrisa generosa.

Por una especial gracia del Señor, algunos hermanos de la Comunidad de Oración Ciudad de Dios y de la Asociación Católica Civitas Dei, fueron invitados a la casa de las hermanas -en Villa María Silene- el pasado 25 de mayo.
La jornada incluyó la oración, los testimonios de las hermanas y el compartir fraterno.




Las Pequeñas Almas del Amor Misericordioso de Jesús visitan nuestra comunidad.



El sábado 24 de mayo recibimos la visita de la hermanas Rosalba Mora, superiora de la comunidad "Pequeñas Almas Misioneras del Amor Misericordioso de Jesús" y Mary Lindarte. La Asamblea de esa noche fue, para la gran mayoría de los presentes, un especial momento de gracia.