domingo

¡CRISTO JESÚS HA RESUCITADO!



La Pascua es la vocación de la Iglesia, es su destino y su heredad. Somos ciudadanos del cielo, de un cielo y de una Pascua que sólo se pueden ganar en la tierra.


La cruz de Cristo nos redime, pero no nos garantiza automáticamente la salvación que hemos de lograr completando en nuestra carne y en nuestra alma lo que le falta a su Pasión redentora. Pasión y Pascua se funden, de este modo, en una unidad indivisible y santa. Somos herederos de la Pascua, de una Pascua a la que se llega desde la cruz.

Tal es la grandeza de este misterio de gracia que la Iglesia ahora durante cincuenta días nos reiterará la verdad esencial de nuestra fe: ¡verdaderamente Cristo ha resucitado! Y para que podamos creer y vivir acordes a esta verdad, debemos dirigir nuestros ojos hacia la Cruz. Es preciso, de nuevo, hallar el equilibrio entre la cruz y la gloria. Nos hemos pasado tantos años en la Iglesia clavados en el Viernes Santo, plantados en la contemplación de la Pasión, que ahora, como si se tratara de un movimiento pendular, nos hemos instalado con verdad y también con demasía sólo en la gloria. Hasta ufanamente decimos estar sólo pendientes de la Pascua. Y no hay Pascua sin Viernes Santo. Es cierto que esto puede resultarnos duro, pero sólo por este camino, sólo de esta forma la Resurrección de Cristo tendrá consecuencias en nuestra vida.


(Este texto es una adaptación de un artículo de Jesús de las Heras)



Somos el pueblo de la Pascua,
Aleluya es nuestra canción,
Cristo nos trae la alegría;
levantemos el corazón.
El Señor ha vencido al mundo,
muerto en la cruz por nuestro amor,
resucitado de la muerte
y de la muerte vencedor.
El ha venido a hacernos libres
con libertad de hijos de Dios,
El desata nuestras cadenas;
alegraos en el Señor.
Sin conocerle, muchos siguen
rutas de desesperación,
no han escuchado la noticia
de Jesucristo Redentor.
Misioneros de la alegría,
de la esperanza y del amor,
mensajeros del Evangelio,
somos testigos del Señor.
Gloria a Dios Padre, que nos hizo,
gloria a Dios Hijo Salvador,
gloria al Espíritu divino:
tres Personas y un solo Dios. Amén.

(Himno de Laudes)