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CARLOS MORALES EN «CIUDAD DE DIOS»

En nuestra pasada asamblea de oración, sábado 9 de febrero, contamos con la presencia de Carlos Morales; predicador católico, miembro de la Asociación Católica Civitas Dei. En su predicación Carlos esbozó los principales contenidos y lineamientos de la Cuaresma, a la luz del Evangelio de San Mateo, “Las Tentaciones de Jesús" (Ver San Mateo 4, 5ss) La asamblea contó con la asistencia de más de 35 hermanos.

PARA PROFUNDIZAR EN NUESTRA REFLEXIÓN
El Evangelio del Primer Domingo de Cuaresma nos habla de las tentaciones que tuvo Jesús en el desierto. Como dicen las Escrituras, Jesús fue probado en todo igual que nosotros: tentaciones, dolores, traiciones, persecuciones, destierro, incomprensiones, calumnias, mentiras, difamación, abandono, deserciones y hasta la muerte. Lo que lo diferencia de nosotros es que nunca sucumbió ante el pecado.

Las tentaciones vienen siempre disfrazadas de “luces, de promesas, de poder, de exaltación del ego. Las glorias, las vanidades de este mundo, las insinuaciones provenientes de muchos, el autoritarismo, el afán de dinero, de poder, de controlarlo todo; son las tentaciones, las provocaciones que inducen a la humanidad a vivir marginando a Dios de la vida, de la sociedad, del mundo. En última instancia, es el deseo del ser humano del endiosamiento, de rebatirle a Dios, el ser criatura de Dios.

Jesús no se dejó tentar. El tentador no tuvo poder sobre Él. Jesús, con su actitud, nos dio la primera lección de Libertad. Ser libre es no dejarse llevar por nada ni nadie que no produzca libertad, bien, justicia y honestidad. Ser libre es la condición de ser creados por Dios. Sólo siendo libres somos el Proyecto de Dios, somos Hijos de Dios.

Ya estamos en el Tercer Milenio del Cristianismo, y captamos un renacer en la espiritualidad de algunas personas. Una búsqueda hacía la seguridad personal y de los suyos. Un querer descubrir el Misterio de Dios y el del final de los tiempos. En cambio, en otros, observamos como un querer vivir como si Dios no existiera. Sólo importa el acumular aún a costa de los otros. Comprendemos que esa es la naturaleza del ser humano. Si, todavía hoy existen las tentaciones que nos impiden reconciliarnos con Dios; que nos impiden reconocer que el Señor es Nuestro Dios.

Un afán de consumismo y materialismo, nos roba toda posibilidad de disfrutar la alegría de lo simple, aquello que nos pudiera hacer felices y que además es gratuito: las relaciones interpersonales, el amar a los demás sin esperar recibir nada a cambio, compartir con los demás una amistad desinteresada.

Aprovechemos este tiempo de Cuaresma, tiempo de reflexión, de reconciliación, de conversión para escuchar la llamada de Jesús a una renovación interior personal, comunitaria en la oración, y en la vuelta a los sacramentos.

(Maruchi R. Elmúdesi)